El día de hoy continuaremos mirando acerca de la justicia de Dios a través del libro de Nahúm.
CAPÍTULO 2
Estamos mirando acerca de la justicia de Dios y esta se manifiesta por Su CARÁCTER, y la semana pasada dijimos que Dios es celoso y vengador, también es tardo para la ira y grande en poder…etc pero también, Dios hace justicia porque el CUMPLE. ¿Y que cumple?
En este capítulo 2 habla a Judá sobre la esperanza de la destrucción de sus enemigos, pero recordemos que este libro fue escrito alrededor del 650 A.C y esto encajaría, según lo que he leído, en el reinado de Manasés, rey de Judá, quien fue un rey justo, piadoso, bueno… ¿no?
¡No! Si echamos un vistazo a 2 Reyes 21 nos damos cuenta que era todo lo contrario, incluso en 2 Crónicas 33:8 dice que se “excedió en hacer lo malo” Entonces aquí vemos un pueblo injusto siendo librado de otro pueblo injusto… ¿Por qué?
Mientras preparaba este estudio y recordaba lo que aprendí cuando lo estudié, no dejaba de admirarme de la misericordia de Dios, si pensamos un poco más en ello, vemos al pueblo de Israel teniendo esperanza de ser librado de sus enemigos malvados, pero Israel no era mejor que Asiria, yo diría que incluso peor porque tenían conocimiento de Jehová, al menos oyeron hablar de Él, de las historias acerca de cómo fueron sacados de Egipto, de toda la misericordia rebelada a través de sus profetas y otras tantísimas bendiciones, y aun así se alejaron de Dios y su rey los motivaba a hacer lo malo.
¿Qué los diferenciaba de Asiria? No había nada rescatable en ellos, no merecían nada, bueno, sí merecían algo, el castigo igual que Asiria, pero Dios por amor a ellos los rescató, lo único bueno en ellos es que eran el pueblo de Dios.
¿Entonces por qué les dio esperanza de una liberación? Porque Dios CUMPLE sus promesas, en el capítulo anterior vimos la justicia de Dios a través de Su CARÁCTER y en este capítulo veremos esa justicia porque Él CUMPLE sus promesas.
Él dijo en 2 Samuel 7:15-16 hablando de la casa de David: “Pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti, y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu reino será estable eternamente”
Y en Deuteronomio. 8:19-20: “Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios”
El pueblo de Dios sufrió en manos de los Asirios, pero Dios cumple sus promesas dice que “Restaura la gloria de Jacob”
Por todo lo que mencioné al principio de este capítulo ¿Creéis que Israel merecía ser rescatado de sus enemigos? ¡NO! No lo merecía. Dios se compadeció por amor a su pueblo y por justicia a sus adversarios. Lo único bueno que tenía Israel era Dios mismo, el ser el pueblo escogido por Dios, tal como nosotros, lo único rescatable y digno que podemos tener es Cristo mismo teniendo compasión de nosotras y quitando al enemigo su autoridad sobre nosotras.
Hoy en día Dios sigue cumpliendo sus promesas, por amor a nosotras y no porque lo merezcamos, realmente Dios es justo al cumplir sus promesas hoy a un pueblo rebelde que no siempre hacemos lo que le agrada y a veces estamos más cerca de parecernos al pueblo de Israel… pero Dios sigue siendo fiel por su CARÁCTER que vimos en el primer capítulo, porque Él no puede ir en contra de lo que dijo y en contra de quien es.
La biblia está llena de esas promesas para nosotras, por mencionar algunas diré:
Salvación Hechos 16:31
Fidelidad de Dios Gn 28:15
Transformación Jer. 18:6
Fortaleza Col. 1:11
Y podríamos seguir así.
Acompáñame dentro de las próximas semanas para mirar el final de este precioso libro de Nahum.
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