top of page
Buscar
Foto del escritorDaniela Ochoa Díaz

La Envidia (primera parte)




Quizás este es uno de los temas con los que podemos estar luchando la mayoría de nosotras y el día de hoy quiero compartir contigo la primera parte de este estudio.


¿Cómo ve Dios la envidia en medio de sus hijos?


Primeramente, quiero comenzar definiendo lo que significa la palabra envidia y el diccionario lo describe como “sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola, algo que otra persona posee”


Es decir, dicho de otra manera, es el deseo de algo que no se tiene.


La biblia nos habla acerca de este sentimiento como un fruto de la carne. En gálatas 5:19-21 leemos “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias… y cosas semejantes a estas, acerca de la cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”


En estos versículos vemos explícitamente que si practicamos estas cosas no heredaremos el reino de Dios. ¿No te parece entonces algo dañino y muy serio que debemos enfrentar?


En este momento quiero mirar la raíz de esta obra de la carne a través de tres pasajes diferentes que, mientas los estaba estudiando, me di cuenta que para Dios es de vital importancia. Él desea que nos apartemos de la envidia porque de lo contrario se manifestaría un problema dentro de nuestro corazón que nos alejaría de su presencia.


1. El primer pasaje se encuentra en 1Timoteo 6:3-4:

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas”


Pablo aquí nos advierte que aquellos que no enseñan la sana doctrina de Cristo, es decir, el evangelio sin mancha, están propensos a llenarse de envidia, lo mismo ocurre con los que escuchan un falso evangelio, cometen el error de caer en la envidia porque no han entendido acerca del carácter y la obra de Cristo y de cómo Él nos salvó.


El santo y puro evangelio de Dios nos librará de la envidia porque nos muestra a Cristo y su humildad, nos muestra cómo él se humilló ante esa cruz y entregó su vida para que lo tengamos todo a través de ese sacrificio y no necesitemos codiciar nada de lo que el mundo pueda ofrecernos.


Un buen resumen de lo que es el evangelio lo encontramos en 1 Corintios 15:1-4 que dice:

“Además, os declaro hermanos el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis en el cual también perseveráis, por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”



2. El segundo pasaje se encuentra en Tito 3:3-5

“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y la renovación en el Espíritu Santo”


Este hermoso pasaje nos recuerda que antes de ser salvos vivíamos en envidias porque eso era lo normal para alguien que no conoce a Dios. Pero ¡Bendita palabra que se encuentra en el versículo 4! PERO cuando Dios nos salvó, nos dio una nueva vida, un nuevo propósito, una nueva razón para vivir.


Entonces, así como el evangelio puro nos libra de la envidia, así también el recordar y vivir nuestra salvación nos libra de la envidia porque nos recuerda la gran obra que Dios está haciendo e hizo en cada una de nosotras para su propia gloria. Y nos motiva a tener ese agradecimiento por todo lo que Cristo hizo al salvarnos de nuestra vana manera de vivir.


¿Cómo podríamos envidiar a otras hermanas en la fe si entendiéramos que todas estamos en el mismo proceso de santificación y que la salvación tan grande nos ha alcanzado a todas y cada una sólo por gracia?


Hasta ahora hemos visto estas dos verdades para alejarnos de la envidia y son: Recordar el precioso evangelio y vivir de acuerdo a ese evangelio.


La próxima semana terminaremos mirando qué mas tiene que decir el Señor acerca de este tema.

27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Commentaires


bottom of page