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Foto del escritorDaniela Ochoa Díaz

Cuando Jesús prepara el desayuno





Terminando con mi devocional sobre el libro de Juan me encontré con una joya que Dios me mostró y que quiero compartir con vosotras hoy.


Personalmente me encanta este libro porque da un enfoque diferente sobre la vida y obras de Jesús que no lo encontramos en los demás evangelios sinópticos y nos narra ciertos eventos que solo los podemos encontrar en este libro.


Al final de Juan, en el capítulo 21 versículos 1 al 14, encontramos una maravillosa historia que me enseñó acerca de la preocupación y el servicio de Jesús hacia sus discípulos.


En estos 14 versículos vemos cómo Cristo se aparece a algunos de ellos por tercera vez, y si recordamos la historia se nos dice que esa noche 7 discípulos salieron a pescar pero que no consiguieron pescar en toda aquella noche, y que al amanecer se les apareció el Señor y les preguntó si tenían algo de comer, a lo que ellos contestaron: “No”


Jesús les dio entonces que echaran la red a la derecha de la barca y que ahí hallarían algo, ellos obedientemente lo hicieron y casi no podían volver a sacar la red por la gran cantidad de peces que recogieron, específicamente se mencionan que fueron 153.


La historia continúa con los discípulos acercándose a tierra, porque no estaban lejos de ella, arrastrando la red, y cuando llegaron encontraron a Jesús quien había puesto unas brasas y un pez encima de ellas y pan y entonces vemos a Jesús quien les sirvió el desayuno aquella mañana, pues repartió ese pez y el pan entre todos.


Y nadie de sus discípulos se atrevía a preguntarle si Él era Jesús, porque, dice el texto que ellos sabían que lo era.


Hasta aquí termina esta historia.


Lo que me pareció sorprendente de ella fue que Cristo acababa de resucitar, él había sufrido en manos de pecadores, estos mismos discípulos lo abandonaron e incluso uno lo negó tres veces. Cristo podía haberles “exigido” que ellos se encargaran de esas pequeñas cosas como servirle y preparar el desayuno al menos en muestra de su arrepentimiento.


Él podía haberles “exigido” que le pidieran perdón y que le sirvieran y se preocuparan por él ya que no lo habían hecho así en su muerte.


Cristo podría haber mostrado una actitud de resentimiento hacia ellos, puesto que eran sus amigos supuestamente, pero a la hora de la verdad lo dejaron solo.


Pero la escena que vemos aquí es completamente diferente, él ya se les había aparecido dos veces antes, mientras ellos estaban escondidos por miedo de los judíos y tampoco vemos que les reprocha nada, y ahora en esta tercera ocasión no solo no ha guardado rencor hacia ellos, sino que se preocupa de sus necesidades básicas como es el alimento y la pesca, (que probablemente ayudó a sus familias en ese día)


Vemos a Jesús proveyendo alimento físico para ellos demostrando así que les importa su vida, Él una vez más realiza un acto de servicio desinteresado hacia sus discípulos y un servicio que nos deja ejemplo para nosotros y para ellos una vez más.


Me encanta pensar en Jesús preparando el fuego, recogiendo leña, pescando ese pez con sus propias manos probablemente, y trayendo el pan para tener todo listo cuando sus discípulos regresaran hambrientos después de pasarse toda la noche intentando pescar algo sin éxito alguno.


¿Puedes notar el amor de Cristo en este acto? ¿Puedes ver su preocupación hacia ellos? ¿Puedes sentir su servicio?


¡Qué hermoso ejemplo nos dejó no crees? Solo Cristo es el mayor y mejor ejemplo en todo en nuestras vidas y por eso deberíamos imitar su conducta y carácter hacia los demás.


Lo que me sorprende también es que él no les pide de los peces que ellos pescaron en ese momento para hacer el desayuno, sino que Jesús provee para ellos de lo suyo propio. Recuerda eran 7 hombres hambrientos y un solo pez quizás se iba a quedar corto, (el texto no lo dice, pero debió haber sido un ¡pez enorme el que Cristo repartió entre todos!)


Esto me hizo pensar en que nuestro maravilloso Jesús actúa así, Él es la fuente de todo, Él puede y es capaz de proveer para nuestras necesidades tanto materiales como espirituales de lo suyo propio, porque Él es una fuente inagotable de grandeza y amor.


No hay nada que nosotros podamos ofrecerle a Él que no lo tenga ya, no hay nada que podamos hacer para llegar a él con nuestros propios esfuerzos, si éstos no fueran dados de su propia mano.


¡Qué grandes recordatorios del servicio de nuestro amado Cristo!


Corramos a Él para estar cada vez más cerca y no perder de vista estas joyas de Su Palabra.


Supremo Cristo, gracias por hablar a mi corazón hoy de una manera especial, mirando tu resurrección, y tu servicio desinteresado hacia mí. Gracias por preocuparte de mí y estar atento a mis necesidades, incluso las más básicas, por amor a ti mismo. Amén













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